Thursday, November 29, 2007

Pánico


















Todo el nervio de las aceras
el del asfalto el de mi cama
el de la locura
el de mi padre
el de los periódicos
el de justo-ahora
Todos los nervios
El del mendigo el de la enfermedad el del televisor
El de los techos de zinc
Todos ellos
han hecho de mi cintura
el columpio de sus recreos
El tobogán de sus miserias

El parabrisas que olvida su existencia inanimada
Y persigue al turpial
Con fruición insólita
sadismo recurrente
aquello de querer verlo siempre
fracturado


El guardafango de la ciudad
sus semáforos
con todas sus avenidas
se estrellan en mi cráneo
y contorsionan mi vértigo
y me hacen doler
hasta las rayas amarillas de los estacionamientos


A pesar de las intravenosas
De los récipes de ansiolíticos
De la farmacia que afortunadamente
Siempre está de turno
De los médicos que sonríen y dicen tuviste-suerte-pudo-haber-sido-peor

Y ya no sé como rescatar la mirada
de los rines de los automóviles
de los manubrios de las bicicletas
El viento sopla en todas las direcciones
el viento no me ayuda
y las manos no me alcanzan
para oxigenar tantos escapes
para enhebrarme de nuevo en la corteza
alfiler tras alfiler
Ni aún todas las enfermeras
De todas las camillas del mundo
alcanzan a palpar este pulso de polyester
esta vena barata imitación de algodón
Ni aún todos los carretes de hilo de sutura
De todos los ambulatorios del mundo
Alcanzan a reconfigurar mi angustiosa bastilla











El miedo se arrebata en mí
En sus chicas del tiempo cotidianas
llanto de mercurio desbordado
pulpa de mango verde
desprendido de la rama
extranjero maldito de la sombra de su árbol


Puedo presentir el próximo golpe
El brazo certero de la china
Con toda la elasticidad de su guijarro
Con toda la puntería de su madera lacerante


He visto al miedo cabalgar
en motocicletas de papel de lijas
así como la muerte
giró a la izquierda sin-sentido
arrollando sus neumáticos irascibles
hacia los ojos del semáforo
que ningún conductor observa
Sólo el miedo
Se refleja en el retrovisor de mi espejo
Diluye mis trazos me deja sin nombre
nunca se cansa de cruzarme el elevado

Sólo el miedo
no se aleja del mal agüero de mi sino
no se marcha definitivamente
sólo el miedo
con los signos de su tránsito

Dayana Frailes -(7)

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